Este trabajo propone algunas lecturas posibles sobre la conexión existente entre la figura penal del infanticidio –revisando códigos y doctrina– la trascendencia social de estos homicidios fuertemente atravesada por el discurso religioso, y la centralidad del honor como justificación del crimen, principalmente en las madres infanticidas. Desde lo jurídico se reflexionará acerca del infanticidio como uno de los delitos más difíciles de probar; desde una mirada social sobre el papel de los testigos en el descubrimiento del crimen y el peso social que implicaban, y judicialmente se propondrán hipótesis tentativas sobre el por qué del tratamiento de los casos, en su mayoría, como infanticidios, aún cuando revestían características diferentes a lo que establecía la legislación. Se intenta advertir sobre la precaución que debe tomarse cuando se habla de “infanticidios”, debido a la imprecisión que produce el entenderlos exclusivamente como crímenes que involucran a la madre y al recién nacido, cuando lo que lo definía era la edad de la víctima y su vulnerabilidad y no la calidad o el género de la persona que lo cometía. Sobre el final, un pequeño apartado resalta la figura de parteras o comadronas en estos procesos, como cómplices o testigos de embarazos y partos.
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